Cómo empecé en el veganismo (storytime, yay!)

Esta es una pregunta que le hacen a muchos veganos. Así que, la próxima vez que me la hagan, deseo tener todo un artículo listo al que direccionar a la gente para no tener que seguir gastando saliva en esto. Aquí va mi historia con el veganismo.
Yo, hoy 31 de marzo de 2018, no soy vegana aún. Por diversas razones que más adelante comprenderán. Sin embargo, es una meta a corto plazo y cada día intento sacar de mi dieta poco a poco los productos de origen animal que aún consumo. Por eso es un tema tan importante para mí, una constante que me ha acompañado ya por casi 4 años.
Estoy bastante segura de que todo empezó con un libro. Ese libro. Ese libro cambió mi vida, en todo el sentido de la frase. Como muchas personas, siempre me he considerado amante, defensora y simpatizante de los animales. Pero al igual que tantas otras, no relacionaba eso a comer carne, lácteos o huevo. Ni siquiera me detuve nunca a pensar que era algo completamente contradictorio, por qué amaba a los perros, aves y demás y me comía a las vacas, los cerdos, los pollos. ¿Acaso a ellos no los amaba? ¿Ellos no eran dignos de mi amor? ¿Ellos simplemente no cuentan? No. Lo que se ve comúnmente como amor a los animales va dirigido solo a los animales domésticos, porque los demás se comen. “Para eso fueron creados”, dicen. Y bueno, yo no soy Dios para saber si fueron creados para comerlos o no, pero lo que sí sé es que esos animales tienen un nivel de inteligencia, de consciencia. Que sufren y sienten de una manera muy parecida a nosotros. Que están vivos. Para mí esas son razones suficientes para respetarlos e incluirlos en mi concepto de amor.

Vale, me desvié. Estaba diciendo que siempre me habían gustado los animalitos y blah, blah, blah. La idea de ser vegetariana siempre se me había cruzado por la cabeza pero era joven e ingenua, simplemente me atraía la opción. Nunca me había puesto a investigar razones verdaderas por las cuales ser vegetariana. Hasta que un día estaba en una librería y vi un libro llamado El Asesino Ético. Portada amarilla y con el lomo de un perro. Leí la sinopsis y decía que era un thriller; para esa época (2014) yo estaba obsesionada con ese género literario. Hablaba de un misterio y un asesino que mataba asesinos. No me convenció demasiado pero decía que tenía un premio y vaina, además de que estaba en el mesón de rebajas, así que ese libro se fue conmigo. Recuerdo que mi papá estaba en el hospital en ese entonces, y fueron cuando empezaron las famosas guarimbas, las primeras. Que el país estuvo paralizado como un mes. Ese año yo me puse el reto de leer 100 libros (adivinaste: lo que no lo hice fue verga) así que yo estaba leyendo todo lo que se me atravesara. Y llegaste tú, David Liss, con tu obra maestra a ponerme el mundo de cabeza.

El libro trata sobre maltrato animal. Sobre todo el sufrimiento que padecen los animales en las granjas antes de ser aniquilados y envasados para nuestro consumo. De las condiciones por completo insalubres en las que existen, hacinados, estresados, enloquecidos, tapuzados de antibióticos para que no mueran y así el ganadero no pierda ni un poco de la materia prima. Porque son solo eso: un bien. Ganancia. Dinero. Dinero. Dinero. Cochino dinero.
El libro es increíble. Una obra de arte. Hay misterio, una pequeña historia de amor, y mucho debate filosófico acerca del consumo de productos animales, de los animales en sí y de la ética (no por nada está en el título del libro), ya que resulta que el co-protagonista se dedica a asesinar asesinos. Es heavy. Siempre digo que voy a volver a leerlo, 4 años después y con muchísimo más conocimiento del tema, para ver qué más puedo sacar.
En el momento, fue quitarme una venda de los ojos. Conocer realmente la industria ganadera, el daño que le causa a los animales, al medio ambiente y a nosotros mismos. Ese mismo año, en vacaciones, decidí que quería ser vegetariana. Vale, mi madre no me dejó, y luego vino mi tío a echarle leña al fuego, pero dejé de comer carne roja y cerdo. Al menos quería empezar por algún lado e ir reduciendo el consumo de carne. Después de todo, comer menos carne era mejor que no hacer nada en absoluto y seguir con mi vida luego de conocer la realidad. Y creo que eso es lo peor: la negación. Estar consciente de todo lo que hay detrás de una carne mechada y hacer oídos sordos. ¿Por qué? ¿Es nuestro propio placer más importante que una vida? ¿Que nuestra salud? ¿Que el mundo en el que vivimos?
Por supuesto, en 4 años he tenido tiempo e interés de investigar el movimiento mucho más a fondo, de aprender, de reflexionar. De crearme un criterio propio al respecto, aunque eso sigue en constante evolución. Como dije más atrás, cada día intento sacar los productos de origen animal de mi vida un poco más. Pollo, pescado, leche, huevos, queso. Sin embargo, es difícil. Es difícil en un país donde la palabra “vegano” no existe en el diccionario. Es más fácil encontrar comida vegana en un restaurante de hamburguesas que en un café (y yo soy amante del café y de los dulces que ¡oh, sorpresa! Llevan leche y huevos). ¿Qué hay de cuando vas a casa de tu mejor amiga y sirven de almuerzo carne con arroz? Son situaciones en extremo incómodas. Y las personas parecen no entender que no hago esto porque su comida sea mala: señora, su comida es deliciosa. Pero yo me niego a ser parte de una industria que solo quiere dinero, sin importar todo el sufrimiento que cause. Me niego. Quiero hacer de este mundo un lugar mejor y siendo omnívora no lo voy a lograr. Amo a los animales, y los amo a todos. Sí, ese bistec también fue un animal, y también merecía respeto y amor. ¿Cómo podría ahora comerlo? Sería validar que solo nació con el propósito de que yo lo comiera.
Esta ha sido una larga travesía. Y creo que, mientras el mundo esté así de dañado como está en este momento, nunca va a terminar. Porque siempre habrá un estúpido que intentará dar argumentos ilógicos para justificar su placer carnal de comer animales. Será una lucha constante e interminable, pero valdrá la pena. Todos los animales lo merecen, y estoy aquí para darles voz a aquellos que no la tienen y que día tras día millones son silenciados. Así que sí, les doy mi bendición para que me llamen intensa, porque ¡vaya que lo soy! Soy una intensa y me encanta. Mi consciencia está limpia. Allá ustedes con la suya.

One thought on “Cómo empecé en el veganismo (storytime, yay!)

  1. ¿Por qué? ¿Es nuestro propio placer más importante que una vida? ¿Que nuestra salud? ¿Que el mundo en el que vivimos?
    Al parecer ser vegano o vegetariano responde estás interrogantes. Ambos hábitos alimenticios formarían parte de las soluciones trascendentales que aporta la ecología.

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